La teoría de las Representaciones Sociales se ha interesado por estudiar el pensamiento de sentido común a partir del significado que las personas le asignan a un objeto, suceso o persona para comprender una situación dada.
Su creador es Sergei Moscovici quien postula que "Las representaciones sociales, se forman, a su vez, como sistemas de códigos, valores, lógicas clasificatorias, principios interpretativos y orientadores de las prácticas, que definen la llamada conciencia colectiva, la cual se rige con fuerza normativa en tanto establece los límites y las posibilidades de la forma en que los seres humanos actúan en el mundo" Moscovici (1993).
Básicamente el espacio epistémico de las
representaciones sociales está constituido por el pensamiento de sentido común
y los razonamientos cotidianos en torno a los fenómenos de la sociedad, es
decir las explicaciones que orientan la acción de los individuos, los grupos y
las comunidades en un contexto social determinado,
sin embargo no todo pensamiento social es una representación social. Su característica
principal está en que es un producto cultural dentro de una estructura social
compartida por un grupo o comunidad y que emerge de acuerdo con un contexto
histórico determinado. Por lo tanto no hay representación social sin objeto, es
así como se establece el proceso de objetivación.
En palabras de Moscovici “Objetivar es
reabsorber un exceso de significados materializándolos” (citado en Materán, 2008, p. 246). La objetivación
comprende tres fases: la primera consiste en adquirir información social que gira alrededor de un
objeto determinado, información que las personas, a partir de sus experiencias
con el objeto, seleccionan, aglutinan y
descontextualizan; durante la segunda fase forman el núcleo figurativo, es
decir establecen aquéllas características “fijas” del objeto, con las que se
forman una estructura conceptual o la elaboración de una imagen, lo que les
permite representar el objeto; finalmente, con base en las dos primeras fases
se llega a la tercera que consiste en la naturalización, en ella el individuo
“dota a la representación de un estatus de evidencia” (Álvarez Bermúdez, 2004, p. 42).
El hecho es que al pasar el tiempo y acumular
experiencia e incorporar información nueva sobre el objeto, las personas van
afinando su representación sobre éste en una dinámica constante, hasta que el
objeto está suficientemente interiorizado, es decir “naturalizado”, por lo que
otra característica es que las representaciones ocurren sólo sobre las
personas, hechos u objetos que son significativos para el individuo (Razo González A. , 2012) .
El segundo proceso importante dentro de las
representaciones sociales, además de la objetivación es el anclaje, “consiste
en integrar la información de un objeto dentro del sistema de pensamiento ya
constituido” (Álvarez Bermúdez, 2004, p. 43)
a través de éste se integra la novedad, se interpreta la realidad y se orienta
la conducta y las relaciones sociales, “se liga con el marco de referencia
desde la colectividad y es un instrumento útil para interpretar la realidad y
actuar sobre ella” (Mora, 2002, p. 12).
El anclaje genera conclusiones rápidas sobre la
conformidad y la desviación de la nueva información con respecto al modelo
existente y proporciona marcos ideológicamente constituidos para integrar la
representación y sus funciones. (Jodelet, 1984, citado en Mora, 2002, p. 12). A
través del anclaje, la representación social integra el contenido desde donde
el sujeto construye su mundo, a partir de la experiencia vivida y la
información preexistente, condicionadas por el contexto social e histórico.
Mora (2002) y Álvarez (2004), basados en el
trabajo de Moscovici (1961:1993) y de otros autores como Abric (2011) y Paéz (1987) exponen las tres dimensiones
básicas para el análisis de las representaciones sociales:
La dimensión informativa: se refiere a la forma
de conocimiento cuali- cuantitativo inherente al objeto de una representación,
es la “organización o suma de conocimientos con que cuenta un grupo acerca de
un acontecimiento, hecho o fenómeno de naturaleza social” en esta dimensión
encontramos la riqueza de datos o explicaciones que sobre la realidad tienen
los individuos en su actuar cotidiano.
La dimensión actitudinal: consiste en una
postura evaluativa-afectiva que se toma ante el objeto, es la valoración que de
éste hace la persona, así como las emociones que le despiertan. Se relaciona
con la orientación favorable o desfavorable con respecto al objeto de la
representación social, esto representa el componente más cercano a la conducta.
El campo de la representación: contiene el
núcleo figurativo, los elementos “fijos” y secundarios, “expresa la
organización del contenido de la representación en forma jerarquizada, variando
de grupo a grupo e inclusive al interior del mismo grupo”. Permite visualizar
el carácter del contenido, las propiedades cualitativas o imaginativas, en un
campo que integra informaciones en un nuevo nivel de organización en relación a
sus fuentes inmediatas.
Referencias
Abric, J. (2011). Prácticas y Representaciones
Sociales. México: Ediciones Coyoacán.
Álvarez
Bermúdez, J. (2004). El contexto social y teórico del surgimiento de la teoría
de las representaciones sociales. En E. Romero Rodríguez, Representaciones
Sociales: Atisbos y cavilaciones del devenir de cuatro décadas (pp. 29 -
53). México: Benemérita Universidad de Puebla.
Jodelet, D. (1993). La representaicón social:
fenómenos, concepto y teoría. En S. Moscovici, Psicología Social II.
España: Ediciones Paidós.
Materán, A. (2008). Las representaciones sociales: un
referente teòrico para la investigaciòn educativa. (U. d. Andes, Ed.) Geoenseñanza,
13(2), 243-248.
Mora,
M. (2002). La teoría de la representaciones sociales de Serge Moscovici. (U. d.
Guadalajara, Ed.) Athenea Digitasl (2), 1-25.
Moscovici, S. (1993). Psicología Social II.
Barcelona: Paidós.
Paéz,
D. (1987). Características, funciones y proceso de formación de las
representaciones sociales. En D. Paéz, Pensamiento, individuo y sociedad.
Cognición y representación social. Madird: Fundamentos.
Razo González, A. (2012). El quehacer del
Gerontólogo: Representaciones sociales e los profesores de la Licenciatura en
Gerontología de la UNEVE. MÉXICO: Tesis de Maestría USB.
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